miércoles, 15 de julio de 2009

LA ACCION CATOLICA

La Acción Católica, nacida específicamente después de 1848, era muy diferente de la actual, reorganizada por Pío XI *. La posición originaria de la Acción Católica, después de 1848 (y en parte también en el período de incubación que va de 1789 a 1848, cuando surge y se desarrolla tanto el hecho como el concepto de nación y patria; devenido elemento ordenador --intelectual y moralmente--, de las grandes masas populares, en competencia victoriosa con la Iglesia y la religión católica), puede ser caracterizada extendiendo a la religión católica la observación hecha por un historiador francés, a propósito de la monarquía "legitimista", y de Luis XVIII; quien no logró persuadirse de que, en la Francia posterior a 1815, la monarquía debía tener un partido político específico para sostenerse.
* Pío XI (Achille Ratti, 1857-1929), Arzobispo de Milán, elegido Papa en 1922, en el momento de la más violenta reacción fascista, aceleró la tendencia de la política del Vaticano a la alianza con el fascismo, realizando así la obra comenzada por su antecesor Benedicto XV. Con el abandono del partido Popular, por esa época próximo a su disolución, y el refuerzo de la Acción Católica, se preparó para extraer el máximo beneficio de la política de Mussolini, para el cual urgía el apoyo de las masas católicas. La alianza entre la Iglesia y el régimen fascista fue sancionada definitivamente mediante el Concordato firmado el 11 de febrero do 1929. (N. del T.).
Todos los razonamientos efectuados por los historiadores católicos (y las afirmaciones apodícticas [irrefutables] de los pontífices en las encíclicas) para explicar el nacimiento de la Acción Católica y para relacionar esta nueva formación con movimientos y actividades "siempre existentes", desde Cristo en adelante, son falaces en extremo. Después de 1848, en toda Europa (en Italia la crisis asume la forma específica y directa del anticlericalismo y hasta de la lucha militar contra la Iglesia) la crisis histórico-político-intelectual es superada con la neta victoria del liberalismo (entendido más como concepción del mundo que como una particular corriente política) sobre la concepción cosmopolita y "papal" del catolicismo. Antes de 1848 se formaban partidos más o menos efímeros y surgían personalidades que luchaban individualmente contra el catolicismo; después de 1848 el catolicismo y la Iglesia "deben" poseer un partido propio para defenderse y para retroceder lo menos posible. No puede hablar más (de otra manera que oficialmente, ya que la Iglesia jamás confesará la irrevocabilidad de tal estado de cosas) como si estuviesen persuadidos de ser la premisa necesaria y universal de todo modo de pensar y de obrar. Muchos hoy no logran convencerse de que ello pudo ser así alguna vez. Para dar una idea del hecho se puede ofrecer el siguiente modelo: hoy nadie puede pensar seriamente en fundar una asociación contra el suicidio (es posible que en algún lugar exista una organización de este tipo, pero se trata de otra cosa), ya que no existe ninguna corriente de opinión que trate de persuadir a los hombres (y lo logre, aunque sea parcialmente), de que es necesario suicidarse en masa (si bien han existido individuos y también pequeños grupos de hombres que han sostenido tales formas de nihilismo [escepticismo] radical, me parece que en España). La "vida" es, evidentemente, la premisa necesaria de toda manifestación de vida.
El catolicismo ha desempeñado tal función y de ello quedan abundantes rastros en el lenguaje y en los modos de pensar, especialmente de los campesinos. Cristiano y hombre, son sinónimos, o mejor son sinónimos cristiano y "hombre civilizado" ("--¡No soy cristiano! --¿Y entonces qué eres?, ¿una bestia?"). Los presos dicen todavía "cristianos y presos" (en Ustica, primera sorpresa cuando al arribar el vaporcito se escuchaba decir a los presos: "Son todos cristianos, no son más que cristianos, no hay ni siquiera un cristiano"). Los carceleros, en cambio, dicen más comúnmente: "ciudadanos y detenidos", o burlonamente, "soldados y civiles", aunque los meridionales digan también "cristianos y detenidos". Sería así interesante estudiar toda la serie de pasajes histórico-semánticos a través de los cuales en el francés de "cristiano" se ha obtenido "crétin" (de donde proviene el término italiano "cretino") y directamente "grédin" [bribón]. El fenómeno debe ser similar a aquel por el cual "villano" de "hombre de campo" ha concluido por significar "screanzato" [malcriado, grosero] y directamente "gaglioffo", [bribón, bellaco] y "mascalzone" [sinvergüenza]; es decir, el nombre "cristiano" empleado por los campesinos (de algunas regiones alpinas, me parece) para indicarse a sí mismos como "hombres", en algunos caso de acentos locales, se ha separado del significado religioso y ha corrido la misma suerte que "manant" [villano]. Quizás también el ruso krestianin, [campesino], tiene el mismo origen, mientras "cristiano" en el sentido religioso, forma más culta, ha mantenido la aspiración del X griego (en sentido despreciativo se decía mujik). Esta concepción debe ser vinculada también al hecho de que en algunos países donde los Hebreos no son conocidos, se cree o se creía que tenían cola y orejas de cerdo o algún otro atributo animal.
El examen histórico crítico del movimiento de Acción Católica puede dar lugar, analíticamente, a diferentes series de investigaciones y estudios.
Los congresos nacionales. Cómo son preparados por la prensa central y local. El material oficial preparatorio: informes oficiales y de la oposición.
La Acción Católica ha sido siempre un organismo complejo, aún antes de la constitución de la Confederación blanca del Trabajo y del Partido popular *. La Confederación del Trabajo era considerada orgánicamente una parte constitutiva de la Acción Católica, no así el Partido popular, aunque lo era de hecho. Más que por otras razones, la constitución del Partido popular fue aconsejada por considerarse inevitable, en la posguerra, un avance democrático; al cual era necesario dar un órgano y un freno, sin poner en peligro la estructura autoritaria de la Acción Católica, oficialmente dirigida en forma personal por el Papa y los obispos. Sin el Partido popular y las innovaciones en sentido democrático producidas en la Confederación sindical, el impulso popular habría subvertido toda la estructura de la Acción Católica, poniendo en cuestión la autoridad absoluta de las jerarquías eclesiásticas. La misma complejidad se verificaba y se verifica todavía en el campo internacional; aún cuando el Papa representa un centro internacional por excelencia, existen de hecho algunos centros que funcionan para coordinar y dirigir el movimiento político y sindical católico en todos los países; como el Oficio de Malines que ha compilado el Código Social y el Oficio de Friburgo ** para la acción sindical (es preciso verificar la funcionalidad de estos centros luego de los cambios ocurridos en los países germánicos, además de Italia, en el campo de la organización política y sindical católica).
* El Partido Popular italiano surge como fruto de la labor del sacerdote Luigi Sturzo y la forzada benevolencia del Vaticano en junio do 1919, teniendo como objetivo principal impedir que las masas italianas, especialmente loa campesinos, fuesen atraídas por el socialismo, en un momento de grandes conmociones sociales. Puede considerarse el antecesor directo del actual Partido Demócrata Cristiano Italiano. (N. del T.).
** La Unión Internacional de Friburgo (Suiza) fue constituida a fines del siglo pasado con el fin de ofrecer un punto de encuentro de todos aquellos sectores católicos que exigían un cambio en la política del Vaticano, sorda a los reclamos sociales del ya fuerte movimiento obrero de la época. Con el mismo fin surgió en 1920 la Unión Internacional de Estudios Sociales en Malines (Bélgica), que publicó en 1927 el Código Social al que se refiere Gramsci y que más comúnmente es conocido por el nombre de Código de Malines. (N. del T.).
Desarrollo de los congresos. Argumentos puestos en el orden del día y argumentos omitidos para evitar conflictos radicales. El orden del día debería resultar de los problemas concretos que se han destacado entre un congreso y el que le sigue y de las perspectivas futuras más que de los puntos doctrinarios en torno a los cuales se forman las corrientes generales de opinión y se reagrupan las fracciones.
¿Sobre qué base y con qué criterios son escogidas y renovadas las direcciones? ¿Sobre la base de una tendencia doctrinaria genérica, dando a la nueva dirección una confianza genérica, o por el contrario, esto sucede después que el congreso ha fijado una dirección concreta y precisa de actividad? La democracia interna de un movimiento (es decir, el mayor o menor grado de democracia interna, de participación de los elementos de base, en la decisión y en la fijación de la línea de actividad) se puede medir y juzgar también y quizás especialmente en esta proporción.
Otro elemento importante es la composición social de los congresos, del grupo de los oradores y de la dirección electa, en relación a la composición social del movimiento en su conjunto.
Relación entre las generaciones adultas y las juveniles. ¿Los congresos se ocupan directamente del movimiento juvenil, que debería ser la mayor fuente de reclutamiento y la mejor escuela para el movimiento, o dejan a los jóvenes pensar por sí mismos?
¿Qué influencia tienen (tenían) en los congresos las organizaciones subordinadas y subsidiarias (o que deberían ser tales) como el grupo parlamentario, los organizadores sindicales, etc.? ¿A los diputados y a los jefes sindicales se los ubica en los congresos en una posición especial desde un punto de vista oficial y orgánica o solamente de hecho?
Más que en las discusiones de los congresos es necesario detenerse en el desarrollo que tuvieron en el tiempo y en el espacio los problemas concretos más importantes: la cuestión sindical, la relación entre el centro político y los sindicatos, la cuestión agraria, las cuestiones de organización interna en todas sus diversas interferencias. Toda cuestión presenta dos aspectos: cómo ha sido tratada teórica y técnicamente y cómo ha sido afrontada prácticamente.
Otra cuestión es la de la prensa en sus diversos aspectos, cotidiana, periódica, folletos, libros. Centralización y autonomía de la prensa, etc. La fracción parlamentaria: tratando acerca de una determinada actividad parlamentaria, es decir, tener presentes algunos criterios de investigación y de juicio. Cuando el diputado de un movimiento popular habla en el Parlamento (o un senador en el Senado), pueden existir tres o más versiones de su discurso: 1) La versión oficial de los Diarios de sesiones, que habitualmente es revisada y corregida y frecuentemente edulcorada post festum; 2) La versión de los periódicos oficiales del movimiento al cual pertenece oficialmente el diputado. Tal versión es preparada por el diputado de acuerdo con el corresponsal parlamentario, con el fin de no herir ciertas susceptibilidades de la mayoría oficial del partido o de los lectores locales y de no crear obstáculos prematuros para determinadas combinaciones en curso o deseadas; 3) la versión de los periódicos de otros partidos o de los llamados órganos de la opinión pública (periódicos de gran difusión), que es realizada por el diputado de acuerdo con los respectivos cronistas parlamentarlos, con el fin de favorecer determinadas combinaciones en curso. Tales periódicos pueden variar de un período a otro según los cambios ocurridos en las respectivas direcciones políticas o en los gobiernos. El mismo criterio puede ser extendido al campo sindical, a propósito del modo de interpretar determinados acontecimientos, o también a la dirección general de la organización sindical dada. Por ejemplo: la "Stampa", el "Resto del Carlino", el "Tempo" (de Naldi) sirvieron algunos años de caja de resonancia y de instrumento de combinaciones políticas tanto a los católicos como a los socialistas. Un discurso parlamentario (o una huelga, o una declaración de un jefe sindical) socialista y popular, era presentado a sus lectores bajo una cierta luz, mientras que la presentación cambiaba cuando opinaban los órganos católicos o socialistas. Los periódicos populares y socialistas --por ejemplo-- directamente callaban a su público ciertas afirmaciones de sus respectivos diputados que tendían a tornar posible una combinación parlamentario-gubernativa de las dos tendencias. Es indispensable también tener en cuenta las entrevistas otorgadas por los diputados a los otros periódicos y los artículos publicados en ellos. La homogeneidad doctrinaria y política de un partido puede ser puesta a prueba partiendo de este criterio: cuáles direcciones son favorecidas por los afiliados de este partido en su colaboración con los periódicos de otra tendencia o con los órganos de la opinión pública. A veces, las disensiones internas se manifiestan sólo de la siguiente forma: los disidentes escriben en otros periódicos, artículos firmados o no, dan entrevistas, sugieren motivos de polémicas, se hacen provocar para verse "obligados" a responder, no desmienten ciertas opiniones a ellos atribuidas, etc.

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